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Cómo limpiar el Everest
La expedición vizcaina clasificará y retirará varias toneladas de basura del campo base.

La presión humana sobre el Everest tuvo su punto álgido en el comienzo de los años ochenta, coincidiendo con un gran boom del himalayismo. Las primeras expediciones comerciales comenzaron entonces a «vender» la ascensión a la gran montaña aprovechando que los nepalís suavizaron las restricciones para aumentar el número de miembros de las expediciones. Fue tal el incremento de grupos que llegaban hasta el glaciar de Khumbu que una importante presión internacional comenzó a reclamar medidas de protección sobre el Everest y sus valles.
    Las cifras son bastante significativas como para hacerse una idea de la acción del hombre sobre la montaña. En el año 1988 llegaron a la cumbre del Everest 51 personas y 10 de ellas murieron. Se puede calcular que en aquel año vivieron en el campo base durante unos cuatro meses cerca de un millar de personas. El año anterior, en el 87, se produjo en los pueblos del valle de Khumbu una
epidemia de ictericia que los médicos atribuyeron a la contaminación de las aguas procedentes del glaciar.
    Los expedicionarios se limitaban a abandonar en la montaña y en el mismo campo base todos sus desechos y en algunos casos ni siquiera construían letrinas. Todo lo depositado sobre el glaciar termina siendo engullido por este para trasladarlo después, al fundirse, a sus morrenas y a los ríos. A medida que la presión sobre la montaña crecía la conciencia de respeto también lo hacía. Las primeras expediciones de limpieza llegaron al Everest desde el Reino Unido en el año 1988. Cientos de sacos de basura fueron quemados entonces y mucha más enterrada. En 1990 los neozelandeses evacuaron 5 toneladas de basura del campo base. Una operación de «imagen» fue desarrollada por el gobierno nepalí ante las presiones internacionales y mediante una actuación de la policía consiguió reunir 16 toneladas de basura antes de que en 1993 decidiera restringir el número de expediciones y personas que podían visitar el Everest, lo que le sirvió de excusa para incrementar desorbitadamente el precio de sus permisos.
En aquel mismo año una expedición de limpieza catalana gastó cerca de 4 millones de pesetas para descender 3 toneladas de basura desde el campo base y 40 botellas de oxígenos desde el collado Sur, a 8.000 metros. Después de todos estos esfuerzos se puede decir que aún son pocos para intentar devolver la salud al gigante del Himalaya. comenzaremos por recoger y clasificar materiales. Habrá muchas latas que vamos a comprimir, plásticos, pilas, recipientes de combustible, muchos desechos de materiales de escalada como cuerdas, trozos de tienda, calzado, restos de alimentos, etc. Tendremos que organizar todo en diversos bidones que luego puedan ser cargados por los yacks
Los ríos del valle de Khumbu se están viendo afectados por las filtraciones procedentes del glaciar que desciende del Everest y en el que han quedado depositados los desperdicios y desechos de las expediciones
Harán falta todavía más expediciones de limpieza y más sensibilización y presión internacional para que esto se consiga. Mariano Molinero se va a ocupar en la Expedición Medio Ambiente de la operación de limpieza y fue él quien dio el primer impulso a esta idea. Según sus propias palabras no sabe todavía qué se va a encontrar allí pero ha comenzado a hacer sus planes. «Con ayuda de porteadores equipados para su descenso. El material orgánico deberá ser enterrado en algún lugar inocuo, los metales se quedarán para reciclar en Kathmandu; pilas y todo lo que precise tratamiento muy especializado vendrá hasta Bizkaia... va a ser complejo pero yo confío tanto en la limpieza real como en el efecto simbólico. Hemos sabido además que el pueblo sherpa ve muy bien y agradece estas acciones porque benefician a su propia tierra», explicó Molinero.
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