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Everest día a día

LA PUJA DIO INICIO A LA ASCENSIÓN AL EVEREST
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10 septiembre. CAMPO BASE EVEREST.

Varios miembros de la expedición alcanzaron ayer el campo I

El martes se celebró en el campo base de la Expedición Bizkaia Medio Ambiente Everest 97 el ritual de la puja en el que porteadores de altura, alpinistas y montaña se compenetran para pedir a los dioses protección mediante la ofrenda de alimentos y oraciones.

Amaneció nevando copiosamente como ha sucedido durante los últimos días pero eso no fue impedimento para que los porteadores de altura comenzaran desde las ocho de la mañana a preparar el altar. Una pila de piedras sirvió para depositar allí alimentos y levantar al viento un mástil en el que ondearán durante toda la expedición las banderas de oraciones, una ikurriña y la pancarta de todos los colaboradores en la campaña "ven con nosotros".

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En torno a la puja se reunieron todos los alpinistas y porteadores y en el centro de la escena ocuparon lugar especial el porteador y monje budista Gyalsen, un hombre de 59 años muy curtido en las laderas del Everest, y a su lado Juanrra Madariaga, el jefe de la expedición vizcaina. Fue una ceremonia larga, de casi dos horas, en la que se hicieron ofrendas y se vivieron emociones. Especialmente las vivió Madariaga, oficiante mayor, y por eso hemos dejado que sean las líneas de su propio diario las que transmitan este testimonio.

Fue tiempo también ayer para forjar relaciones con las expediciones vecinas. Hubo intercambio de té y café con la expedición comercial francesa para planificar el trabajo de forma conjunta. Cinco montañeros de pago, entre ellos un adinerado canadiense, intentarán la montaña con oxígeno, ayudados por dos guías alpinos y en cuyo equipo está también la joven Jannick Navarro, que pretende ser la primera francesa en coronar el Everest sin ayuda de oxígeno artificial. Su médico ya ha hecho los primeros contactos con Kepa Lizarraga para compartir esfuerzos en la asistencia a los alpinistas.

El campo base va tomando forma mientras tanto. Ya han llegado también los miembros de la expedición mexicana que cuentan entre sus porteadores de altura con la figura de Ang Rita un hombre que ha estado 9 veces en la cima del mundo. Junto a las tiendas de la expedición vizcaina se han instalado también las de los navarros que intentarán coronar el Lhotse seguidos por la cámara de "Al filo de lo imposible". Un poco más abajo están los dos recios italianos que intentarán esta misma montaña. Fausto di Stefani y Marco que tienen cada uno en su haber doce ochomiles. Más altos en el glaciar los coreanos, también camino del Lhotse.
Pasados los rituales, ayer llegó el momento de iniciar el camino de la cumbre. Los últimos equipamientos de la cascada de hielo habían sido realizados por los porteadores y, a pesar de que el tiempo es todavía inestable, seis de los alpinistas de la expedición cruzaron ayer la cascada de hielo para alcanzar la zona donde se instalará el campo I, a 6.300 metros.

Al regreso al campo base caras extenuadas y mucha sed pero también satisfacción entre los alpinistas por su primer contacto con la montaña. Según su testimonio la cascada de hielo se encuentra en muy buen estado y segura para el paso hacia el campo primero.


Los pájaros que no se asustan (Juanrra Madariaga)

En medio de la persitente nieve nos hemos reunido junto a los sherpas para iniciar la puja, ofrecimiento y oración a los dioses.

Ibamos vestidos de rojo, un rojo fuerte que contrasta con toda la claridad que se almacena en estos parajes.

El sherpa más viejo se ha vestido de gala para esta ocasión. Con su rectangular librillo oracional ha comenzado en una monótona canción a rezar extrañas oraciones de melodía profunda. Un ligero cabeceo acompañaba su oscura voz. A veces se unía a este sonido el rugir de alguna avalancha que se desprendía de los espolones rocosos que abrazan al glaciar.

A penas nos distraía, aunque alguno pensara que era algo propio del ritual, como si la propia montaña quisiera participar con sus sonidos de un magnificat que aún no entendemos. Aún así todo al unísono era un espectáculo maravilloso.

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El grupo expedicionario ante el altar de la Puja
(Foto Santiago Yaniz)

El chang, líquido blanco con sabor a sidra amarga, se nos ha servido en vasos brillantes. Un pequeño altar frente a nosotros era el punto de referencia. En él, arroz, vino, algo parecido a harina, alguna vela, una foto del Dios a venerar, manzanas, whisky y… más arroz. Era evidente que las ofrendas iban a agradar al Dios. Entre oración y oración algún trago de chang y una mirada a mi alrededor. Los dedos del sherpa recorrían los iconos indescifrables que resurgían en forma de plegaria en su boca. El arroz recogido en el cuenco de la mano ha sido lanzado después al altar, al igual que el chang y el vino, mientras nos rodeaban ya docenas de telas de oración que el escaso viento se encargaba de acariciar y difundir por todos los recodos del glaciar.

El resto de sherpas se ha unido al canto de ofrecimiento que ha terminado con una sonrisa larga y blanca de todos los presentes. Parece ser que los dioses van a ser benévolos con todos nosotros.

Un nuevo ruku se nos ha colocado al cuello. Un ruku rojo, de un rojo bermellón que contrasta con el blanco de nuestra piel y con el blanco de esta persistente nieve, a través de la cual, de ves en cuando, vuelan pájaros que no se asustan. Antes de terminar, una cucharada de yogur de leche de yak vertida en la mano. Algunos no nos lo hemos pensado. Es yogur blanco, como todo lo que nos rodea. En la boca su fuerte sabor nos acerca aún más a esta cultura sherpa con la cual estamos compartiendo estos días en un lugar remoto de la tierra.

Después ha dejado de nevar, se ha sentido la caricia del sol y de nuevo desde las vertiginosas paredes del Lingtren, el Pumori, o el Nuptse han comenzado a desprenderse enormes avalanchas de nieve polvo como ríos sin mar. En todo este silencio es el único sonido que hace mantenernos alerta; éste y el canto esporádico de esos pájaros que no se asustan.



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